“Málgré Tout”                        

      (A Pesar de Todo)                                                                   

                              

 

                                                                         

Cuando apenas era yo un adolescente, la vi por primera vez. Ella posaba desde aquel tiempo en el lado sur de la Alameda Central, que mira a la siempre atractiva Av. Juárez.

Fue entonces que admirado con la belleza de la escultura, empecé a soñar. Vi el título resaltado en el frente de la base de la escultura: “Málgré Tout”

A través de los años la visité muchas veces y, más todavía, cuando supe que la obra fue premiada en la Exposición Universal de París en 1900 y que su autor

Jesús F. Contreras, incomparable escultor mexicano nacido un 21 de enero de 1866 en la tranquila ciudad capital de Aguascalientes, Ags., la había esculpido con una sola mano.

Cuando hace años, en uno de mis habituales paseos por la alameda, fui a visitar a la hermosa mujer de mármol blanco, encontré en su lugar una mala reproducción, lo que me ocasionó un gran disgusto. Imaginé enseguida que  Zedillo, que creo que  estaba de Presidente en esa época o algún otro político, se la había robado para lucirla en su casa, lo que no tendría nada de raro ya que hasta la misma “Fuente del Salto del Agua”, donde se depositaba el agua del acueducto que corría por la actual Av. Chapultepec, también desapareció y en su lugar hay una reproducción.

En México, no es un hecho extraño que los políticos, sobre todo algunos ex Presidentes luzcan en su casa piezas arqueológicas, joyas, pinturas de famosos artistas o esculturas valiosas que se han robado del patrimonio cultural y artístico del pueblo de México.

Algunos se acordarán que el ex Presidente López Portillo se quedó con una barra prehispánica o colonial de oro puro, que se encontró en las excavaciones de la calle de San Cosme, durante la construcción del metro.

En relación con la hermosa “Málgré Tout”, alguien me dijo que se encontraba a buen resguardo en el  Museo Nacional de Arte de la ciudad de México, lo que ya me dejó tranquilo al saber que podré volver a verla. Sin ella, ya no me agrada tanto pasearme por la Alameda.

Me acuerdo que junto a mi escultura de ensueño, había otra, del escultor mexicano Agustín Ocampo. Se llama “Desespoir” (Desesperación) y es un hermoso desnudo de mujer esculpida también en mármol blanco. De élla, como de “Málgré Tout”, sólo encontré unas burdas reproducciones de quién sabe qué sintético material.

Otras de sus obras fundidas en bronce, en cuyo sistema escultórico se especializaba nuestro artista, se encuentran entre las estatuas a lo largo del hermoso Paseo de la Reforma.

En Chihuahua, Chih., luce de nuestro autor, la estatua de Benito Juárez; en Saltillo, Coah., la del poeta Manuel Acuña y en Guadalajara, Jal., la del Gral. Ramón Corona, liberal, héroe de la guerra de tres años y quien recibió de manos de Maximiliano la espada en señal de rendición, en Querétaro.

A los doce años de edad Jesús F. Contreras ya era litógrafo en su natal Aguascalientes.

A los catorce fue enviado a realizar sus estudios a la Escuela Nacional de Bellas Artes en la capital de la República.

Miguel Noreña, escultor de la estatua del héroe Cuauhtémoc que se yergue en Paseo de la Reforma desde el 21 de agosto de 1887, conociendo el talento de Jesús F. Contreras, lo invitó a colaborar en la fundición de la  hermosa obra escultórica que precisamente el día que escribo este hermoso pasaje de la historia cultural de México, fue reinstalada en el sitio donde originalmente se estableció, por disposición del Jefe de Gobierno del Distrito Federal Andrés M. López Obrador.

El  Gral. Porfirio Díaz, entonces Presidente de la República, como reconocimiento al talento de Contreras, le concedió una beca a París, Francia en 1887 cuando Jesús contaba con veintiuno años de edad.

En París, estudia las nuevas técnicas escultóricas de aquella época y hace amistad, entre otros artistas, con el creador de la famosa estatua de “La Libertad” que luce hasta la fecha en Nueva York, EUA, el escultor francés Frédéric-Auguste Bartholdi.

Regresa a la Patria en 1890 y en 1891 contrae matrimonio con Carmen Elizondo Sagrado, originaria también de Aguascalientes, ciudad histórica, tranquila y acogedora a la cual alguien llamó “La Puerta del Bajío” y en la que “veinte años después” (como escribiera Alejandro Dumás) se celebró la histórica convención entre los caudillos de la Revolución Mexicana, que desconoció al gobierno de Don Venustiano Carranza.

En 1893, Jesús formó en la ciudad de México la Fundación Artística Mexicana en la actual calle de Lucerna y pronto surgieron de allí importantes obras escultóricas. El lugar se convirtió en centro de reunión de intelectuales y artistas de la época, poetas y pintores y hasta políticos y jurisconsultos destacados.

Cuando más arduamente trabajaba y la fama le sonreía, apareció en el brazo derecho de Contreras una tumoración cancerosa. Era necesario al decir de los múltiples médicos que lo examinaron, desarticular el brazo desde el hombro para evitar el avance de ese azote que a la fecha sigue flagelando a la humanidad.

Resignado, Jesús se sometió a la operación y lejos de sentirse abatido y derrotado, se propuso mostrar al mundo su talento y creó, con solo la mano izquierda, esta hermosa obra que durante la mayor parte de mi vida ha sido y sigue siendo uno de mis grandes amores platónicos. Esta mujer exquisita, de proporciones que la misma Venus envidiaría, luce en hermoso mármol blanco boca abajo con una pierna flexionada y las manos atadas a la espalda, dejando ver las más perfectas formas y ondulaciones imaginables, y, un rostro de virgen cuyos ojos parecen implorar, mientras el pelo cae como abundante cascada de máxima pureza.

Esta maravillosa obra “Málgré Tout” fue premiada en la Exposición Universal de París en 1900. Medalla de Oro y por si fuera poco, una calurosa felicitación nada menos que de Augusto Rodin, uno de los más grandes escultores que ha dado la humanidad. (Ustedes se acuerdan de “El Beso” ¿verdad?)

El mal incurable avanzaba y Jesús dejó de existir con sólo 36 años de edad, un 13 de julio de 1902. No sé que opinen los que lean esta breve crónica pero a mí me parece una de las vidas más bellas y ejemplificantes en la historia del arte en México.

Esa modelo que posó para Jesús, debe haberla recordado hasta el último instante de su vida.

                                                          

Paralelamente, como escribiría el gran biógrafo y ensayista griego Plutarco (c. 46-125), la vida de otro genio del arte, pero musical, coincide algunos años con la de Jesús F. Contreras.

Manuel María Ponce, nace en Fresnillo, Zacatecas, dieciséis años después de nuestro  insigne escultor.

Realiza sus estudios musicales en la capital del país y posteriormente en el Conservatorio de Stern, Alemania. En Italia estudia composición.

De regreso a México: compone, dirige, enseña y escribe críticas musicales.

Ocupa la cátedra de piano en el Conservatorio Nacional de Música y en 1918 se hace cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional. Cursa en París estudios con el afamado compositor francés Paul Dukas, (autor del scherzo sinfónico “El Aprendiz de Brujo”), en 1920.

Ponce abandona el estilo musical de la época (de salón) y empieza a expresarse con el lenguaje impresionista que caracteriza su obra, tanto pianística como orquestal y guitarrística.

Este extraordinario músico clásico nacionalista, prolífico y también diría yo, versátil, conocedor del arte en todas sus manifestaciones, profundamente conmovido por la obra escultórica de Jesús F. Contreras, especialmente por “Málgré Tout” esculpida con una sola mano y premiada en la ciudad más culta de la tierra, desfoga su admiración y sentimientos en la preciosa e inspirada pieza para piano que titula “Málgré Tout”, “compuesta sólo para mano izquierda” y, naturalmente, en homenaje a nuestro querido escultor hidrocálido a quien por la gran admiración que me despierta, dedico estas letras, que brotan del corazón, mientras me deleito con los hermosos arpegios de esa singular pieza para piano del Maestro Ponce, que ningún mexicano debía dejar de escuchar alguna vez , para que pudieran comprender la profunda relación y la exquisita conjunción de dos genios del arte, como desde luego ningún mexicano debía dejar de admirar a la hermosa escultura “Málgré Tout” que despertó mi inspiración para este sencillo texto en homenaje a estos dos grandes artistas, orgullosamente mexicanos.

                                                                                            

                                                                       Jesús F. Contreras                           Manuel M. Ponce

                                                          

Partitura para Piano

(mano izquierda)

 

Escúchala:

malgre1.mp3

 

                        

                                                                                    Dzunum.

                                                                                       2004

                                                         

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